El cambio en la distribución internacional del poder a partir de la crisis económica y financiera de 2007: el caso de los BRIC ante la Unión Europea y Fondo Monetario Internacional

Abstract

Tradicionalmente la concepción del sistema internacional hablaba de Estados hegemónicos, potencias dominantes, medianas y débiles. Se concebían Estados conformes y otros que no terminaban de aceptar el status quo. El mundo se formó en torno a estos, y así se delinearon las operaciones, naturaleza y líneas de acción de los organismos e instituciones internacionales. Nuevos mecanismos aparecieron también a la sombra de estos roles. Se habló entonces de un mundo bipolar, donde Estados Unidos y Rusia eran los grandes Estados inmersos en una lucha por el poder definitivo. Después Rusia se mantuvo como un Estado fuerte, pero fue Estados Unidos quien conservó el título de Estado hegemón. De ahí en adelante no había existido mayor desafío para la gran potencia por excelencia. Aún con el arreglo regional que supone la Unión Europea no hubo para Estados Unidos mayores retos. La recién nacida QUE estaba más preocupada por los asuntos domésticos que por subir o bajar en la jerarquía de los grandes Estados. Al día de hoy, el orden internacional se propone un tanto diferente. Los roles de antaño parecieran estar dejándose al olvido en tanto que el contexto actual así lo obliga. Sea por descuido o necesidad se propone ahora una redistribución del poder y de sus bases. Para abordar apropiadamente se consideran a lo largo de este trabajo las teorías de balance de poder, cooperación, multilateralismo e interdependencia, pues lo que se busca es dar un seguimiento a estos cambios en la distribución y concentración de poder durante los últimos años en el sistema internacional. Se plantea en este trabajo que la última crisis económica y financiera que comienza en 2007 y cuya recesión se siente todavía durante el primer trimestre de 2013 ha tenido un peso considerable en el cambio antes mencionado. Sin embargo, no es 2007 el año en que todo comienza, pues una crisis de esta escala no sucede de la noche a la mañana, sino que son las situaciones que se vinieron arrastrando hasta desembocar en ella las que delinearon el camino para los nuevos protagonistas de la escena internacional. Se habla de esta crisis como una crisis de las grandes potencias, pero también se argumenta aquí que la crisis ha sido a su vez la piedra angular para el reposicionamiento de los países en desarrollo, catalogados con frecuencia como economías emergentes. Las primeras economías emergentes que se han tomado verdaderamente en serio (y con justa razón) durante la última década han sido las de Brasil, Rusia, India y China,conformando el bloque denominado BRIC. Aunque como Estados se proponen abismalmente distintos, el bloque surge bajo la excusa de cooperación en ámbitos de seguridad, para extenderse después al terreno económico y comercial. Así con una base casi puramente comercial estas economías se han estabilizado, se han desarrollado y por consecuencia han crecido. Se han consolidado en los últimos años como los grandes bastiones del crecimiento mundial. En años recientes, se ha visto un cambio en torno a la apreciación de los países en desarrollo y/o las economías emergentes. A los BRIC por ejemplo se les ha incluido en un mayor número de foros y en la toma de decisiones. A su vez, desde que se consolidaron como un bloque de cooperación formal, los países BRIC alegan una representación errónea del mundo actual en las instituciones internacionales, principalmente aquellas que se crearon después de los acuerdos de Bretton Woods. El hecho de que ahora sean capaces de intervenir y ser escuchados ante la comunidad internacional es un reflejo de este poder recientemente adquirido. Algo similar pasa ante la Unión Europea, pues como un bloque regional, representa los intereses de un conjunto de países. Si bien, Europa no es el mundo, funciona para analizar cuestiones de representatividad. Europa es uno de los principales mecanismos mundiales en términos de política, economía y concentración de poder por excelencia. El hecho de si se admite o no una mayor participación a los BRIC en la dinámica Europea viene a reflejar el peso que estos países tienen como economía o como potencias políticas en el nuevo orden mundial. Finalmente, esta nueva reconfiguración del poder a nivel internacional sigue principalmente una línea económica y financiera, donde las próximas economías emergentes empiezan a figurar. Más importante aún es que esta base económica y financiera medible a través de capitales, comercio e inversiones ha servido para construir puentes entre países y potencias de diferente calibre, los cuales han incidido en la arquitectura política de los Estados. Hoy, ya se propone a Asia como el nuevo centro de poder, en tanto que muchas de las nuevas economías emergentes se encuentran ahí. Esto no habla de vigencia u obsolescencia de los países BRIC de los cuales tanto se ha escuchado durante la última década, sino que alude a un cambio que se propone inevitable. Será un cambio soportado por Estados que están dando ese gran salto al 'desarrollo' y han trazado así el camino que seguirán las nuevas economías emergentes.